20 de octubre de 2011: Sí es una fecha, pero no una fecha cualquiera. Es el día en que la banda terrorista ETA puso fin a su actividad armada. Es una buena noticia que nos llena de alegría y esperanza. Alegría porque se pone fin a más de 50 años de violencia y esperanza porque hoy comienza una nueva etapa de paz y libertad para todos.
Aún sigo sin entender todos los asesinatos, extorsiones y todo el terror causado durante este tiempo, ¿para qué? ¿para conseguir objetivos políticos? La política se construye desde las bases del respeto y la libertad, por vías totalmente pacíficas y democráticas, y nunca utilizando la violencia.
Atrás quedan 858 asesinados, personas inocentes que perdieron su vida por pertenecer a ciertos partidos políticos o el mero hecho de ser policía, entre otros. Hoy esas personas están en nuestro recuerdo.
La sociedad ha ganado el pulso a los que con las armas querían conseguir algo, en especial la sociedad vasca, la sociedad navarra. Los ciudadanos y ciudadanas con su fuerza y valentía hemos ganado con la razón, como no podía ser de otra forma. ETA ha llegado decenas de años tarde a entender el rechazo social de sus métodos y su discurso de imposición.
Está claro que el fin no llega de la noche a la mañana, pero éste es el comienzo del proceso de pacificación, irreversible, en los que aún muchos no creen. Es cierto que hay que ser cautos, pero nunca se había llegado a las circunstancias actuales y entre todos tenemos que lograr la paz definitiva, cerrando así, un capítulo más de la historia.
Ese capítulo finalizará con la desaparición total de la banda y la destrucción de las armas. Destrucción material y destrucción ética. Entonces podremos decir que esta pesadilla ha terminado para siempre.
Toda mi vida ha transcurrido en el marco de esta violación de los Derechos Humanos. Sólo me imagino, que mis hijos y mis nietos, en definitiva, nuestros descendientes, solo sabrán de la existencia de E.T.A. por los libros de historia y por lo que les contemos; creciendo en una sociedad mejor.
En nuestra sociedad persisten y existen otras violaciones de los Derechos Humanos. No tienen la radicalidad irreversible del asesinato, pero no son admisibles en una sociedad democrática desarrollada. Y eso se merece otro “Construyendo la Paz II”.
En nuestra sociedad persisten y existen otras violaciones de los Derechos Humanos. No tienen la radicalidad irreversible del asesinato, pero no son admisibles en una sociedad democrática desarrollada. Y eso se merece otro “Construyendo la Paz II”.
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